jueves, 30 de junio de 2011

El corazón lleno de nombres

Así se construyen los paisajes que poblamos: entre la distancia inevitable, y la presencia en la que, a veces, conseguimos vernos. ¿Te has sentido alguna vez solo?¿Has gozado alguna vez del encuentro con otros? ¿Has disfrutado de una conversación sincera, de esas en las que hay intimidad, reconocimiento y confianza? ¿Has notado, en tu entraña, la mordedura de las ausencias? ¿Has compartido risas, ilusiones y empeños, con la conciencia lúcida de estar viviendo momentos que nadie te podrá robar? 

Todo eso es el amor. Y si hay amor en nuestras vidas, entonces todo está a nuestro alcance. Aunque no siempre sea fácil.

“Pero eres tú, mi camarada, mi amigo y mi confidente” ( Sal 55,15)

¡Gracias por nuestras gentes! por todos esos nombres que arrebatan, que llenan, que evocan episodios compartidos. Gracias por todas esas figuras que pueblan mi día a día, al menos en tramos del camino.

Y gracias por todos esos momentos de celebración o de rutina, por las conversaciones donde otros se asoman a mi historia y yo me asomo a otras historias. Por las miradas que hablan. Por los esfuerzos compartidos para conseguir algo. Gracias porque están ahí.

Pienso despacio en los nombres por los que doy las gracias.



“Pero hay algo que traigo a la memoria y me da esperanza…” (Lam 3,21)

Hay una nostalgia mala, que es la de quien se ha quedado atascado en el pasado, y se lamenta. Pero hay otra forma de memoria que puede ser buena, cuando evoca episodios que te hacen fuerte, y te da motivos para luchar, un horizonte hacia el que caminar, y la seguridad de que hay vivencias que nadie te puede arrebatar. 

Por eso es tan común, cuando nos juntamos los amigos, recordar sucesos de la infancia, de la escuela, de la juventud… Porque todo eso es real, y es parte del sustento sobre el que se van construyendo las vidas. 

Pienso en las memorias que me hacen fuerte, y en las gentes que las pueblan…
 
 Concluye esta reflexión  siendo consiente de tanto amor recibido, agradecele al padre desde o mas hondo de tu corazón.

Eterno Señor de todas las cosas,
Siento tu mirada puesta en mí,
Sé que tu Madre está aquí cerca
Y que, en torno a ti, hay una multitud
De hombre y mujeres, de mártires y santos.
Si tú me ayudas,
Quisiera ofrecerme a ti:
Es mi determinación más firme y mi deseo
Si Tú me aceptas,
Proceder en este mundo como tú procediste.
Sé que viviste en una pequeña aldea,
Sin comodidades, sin educación especial.
Sé que rechazaste el poder político.
Sé lo mucho que sufriste:
Las autoridades te rechazaron,
Los amigos te abandonaron.
Pero, para mí, es algo maravilloso
Que me invites a seguirte de cerca
Adaptación de original de S.Ignacio de Loyola